En la década de los 60 empezaron a proliferar muchas películas, seriales y novelas de espías. Gracias en buena medida a Ian Fleming y su James Bond. De hecho, el impacto creado por el agente con licencia para matar 007 fue tal que hubo muchos que empezaron a imitar su estilo e incluso, a parodiarlo.
Tal es el caso del Super Agente 86 creado por Mel Brooks e interpretado por un Don Adams en estado de gracia -nunca mejor dicho- junto a Bárbara Feldon como la agente 99 - y que iba a llamarse inicialmente, 69- pero en las viñetas quien representó la mordacidad y el humor de los espías, fue otro: El super agente 327.
Esta suerte de parodia fue creada por Martin Lodewijk en 1966 para la revista Pep, quien convirtió al personaje en un icono. Y, a modo de curiosidad, cabe destacar que al ser de origen neerlandés, el protagonista de estas aventuras, respondía al nombre de Hendrik Ijzerbroot.
Pero, como suele ocurrir, tuvo tanto éxito y tirón, que además de adaptar al personaje , cambiando su por el de Enrique Panférreo, también se le otorgó la nacionalidad española, siendo aquí, natural de Galicia en lugar de Holanda y pasó a formar parte del servicio secreto español.
Resulta curioso pensar cómo esta caricatura tan cargada de mala leche y de humor zafio seguía tan en forma a pesar del paso de los años. A pesar de su etapa ochentera, el personaje de Panférreo y sus aventuras seguían funcionando, con su habitual acidez, las parodias y auto parodias tan propias de la década.
De hecho, tiene grandes momentos plagados de diversión en las que el super agente 327 hace gala de unas habilidades con los disfraces dignas del mismísimo Mortadelo de Ibáñez. Y no solo eso, es que no ha perdido nada de garra y fuelle.
De hecho, es algo que puede comprobarse en el tomo editado por Dolmen Editorial, el cual recoge la etapa comprendida entre 1986 a 2001. Precisamente la razón por la cual continúa haciendo las delicias de los lectores y lectoras y por la que sigue siendo tan vigente, se deba en buena medida a que también ha sabido adaptarse a los tiempos.
Y es que, no importa si nos centramos en la narrativa o en el dibujo porque sigue siendo tan efectivo como cuando lo creó en el 66. Aunque quizás en aquel momento, el autor se viese más influenciado por los elementos más locos y psicodélicos de entonces bien fuera en el cine o novelas.
Casi, me atrevería a decir que la serie de Brooks y su principal protagonista, el super agente 86, fueron una clara influencia en la creación de Lodewijk y su Enrique Panférreo. Claro, que uno de los elementos visuales y que a mí más me pierden en cada viñeta de sus aventuras, es la habilidad de dar profundidad a los personajes y escenarios que las acompañan.
Esa forma en la que en algunos momentos combinan caricatura con cierto grado de realismo también es uno de los puntos fuertes y clave que logran al final, atraparte en una lectura tan divertida y surrealista que no hace otra cosa sino, que dejarte con ganas de más.