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Reseña de "Palomar volumen 2" de Beto Hernández, un cómic editado por La Cúpula en blanco y negro, en rústica con solapas. Segundo tomo de las aventuras de Luba y los habitantes de Palomar que continua con su excepcional nivel de calidad emocional, narrativa y gráfica.

"Palomar volumen 2" de Beto Hernández

Beto es capaz de llevar la serie hacia caminos no explorados anteriormente al tiempo que reinventa los parámetros ya empleados a la hora de ilustrar las aventuras y sentimientos de sus maravillosos personajes. Destacan al respecto los trágicos senderos que aguardan para algunos personajes tan deliciosos como Tonantzín, a la que su cuñado comenzará a apreciar y echar de menos tras su marcha, así como el melancólico a la par que épico cierre con la partida de Luba como colofón y (falsa) conclusión de la gran epopeya, que se convierte gracias a su complejidad, desarrollo de caracteres, capacidad de sorpresa y enorme humanismo, en una de las grandes obras maestras del noveno arte por méritos propios.

Baste citar la gran trama de este tomo (y puede que de toda la historia de Palomar) de más de cien páginas, "Diastrofismo Humano", una elaboradísima madeja de historias, sub-tramas y complicaciones varias que ofrece el súmmum de la idiosincrasia de los personajes, donde asistiremos a la escisión de la familia de Luba, a una ristra de asesinatos, la reconstrucción del pueblo, una ténebre (y de tintes fantásticos) invasión de monos y la marca a fuego para el futuro de múltiples personajes, como la pequeña y fascinante Casimira. Un guión complejo resuelto con una maestría que da pruebas de la monumental capacidad narrativa de Beto.

Un libro a la altura del anterior, que lo completa de modo simbiótico y sin cuyo contenido no puede entenderse el conjunto de una obra absolutamente excepcional del cómic contemporáneo. Su tercer volumen, "Nuevas historias del viejo Palomar", de muy posterior aparición, denota el cansancio dentro de la colosal saga en comparación con la genialidad aquí alcanzada, pero el cariño que ya ha conseguido Beto que sintamos por sus personajes nos hace seguirle de nuevo allí a donde vaya. Se trata no obstante de una pequeña salvedad que apenas empaña la sensación de maravilla que desprenden las más de 500 páginas que este y el primer volumen suman. Una obra del más alto nivel que ningún aficionado al cómic debería desatender.

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